I.- El caos como método
Nouvelle Vague (Richard Linklater 2025). Es el final de los cincuentas en París y entre los cinéfilos se habla de Bonjour Tristesse, la adaptación del director Otto Preminger de la novela de Francoise Sagan estelarizada por Jean Seberg y de Los 400 golpes, la película de Francois Truffaut que recién se estaba estrenando. Truffaut era el más reciente crítico de cine de la revista Cahiers du Cinemá en dirigir una película, como ya lo habían hecho Claude Chabrol, Jacques Rivette y Eric Rohmer. Vemos por cierto la redacción de esta famosa revista en la que los críticos escriben en sus máquinas compartiendo una gran mesa.
De todo el grupo sólo falta un crítico suizo de nombre Jean Luc Godard en dirigir un largo, pero un productor que es parte de la camarilla, Georges de Beauregard, a quien apodan Beau Beau, está dispuesto a apoyarlo.
Cuando hablan de lo que van a necesitar Godard dice que para hacer una película sólo se necesita una pistola y una chica. Pero cuando le enseña a Beau Beau a la chica que quiere, una foto de Jean Sebert en la portada de los Cahiers, el productor le dice que ella es un imposible.
Pero consiguen a Jean Sebert.
Lo primero que vemos de la filmación de Sin Aliento, A Bout de Souffle, es que a Godard lo hubieran expulsado de una escuela de cine pues de entrada rompe con la primera y máxima regla de dichas escuelas "Jamás por ningún motivo filmarás sin tener antes un guión".
Afortunadamente Godard no tiene que presentar una carpeta por quintuplicado a ningún comité. Mucho menos cambiar sus planes porque los productores siguen un algoritmo que les dijo que ahora el público quiere otra cosa. O tallerear sus guiones una y otra vez con supuestos expertos.
Pero que Godard no usó guion para Sin Aliento ya lo sabía, lo que me sorprendió fue su forma de trabajo: Casi no repetía tomas y hasta podía desentenderse de la continuidad y el eje de visión. Se tomaba las cosas con calma, de hecho en esta recreación de Linklater parece que la mayor parte del tiempo de filmación lo pasaban en los cafés de París. De ahí se iban a filmar y parece que no tardaban mucho en regresar a algún café.
Se tomaban días libres y muchas medias jornadas de trabajo, que a veces según Beau Beau consistían en sólo dos horas de filmación. A él por supuesto eso no le gustaba, incluso hay una escena en la que tras encontrar a Godard jugando con una maquinita de pinball se pelean y ruedan por el piso de un café. Por algo dice Linklater que la Nouvelle Vague ha sido lo más parecido al punk que ha habido en el cine.
Al final sin embargo Godard y Beau Beau siguen siendo igual de amigos y Sin Aliento no sólo fue un éxito de crítica y de taquilla. Es considerada la película que inaugura el llamado cine alternativo. Y es interesante ver un director que no es el típico energúmeno, un tirano por necesidad que exige a su equipo extenuantes jornadas de trabajo, siempre estresado y de mal humor, sino que está tranquilo y ni siquiera deja de leer y escribir nomás porque está filmando.
Eso sí, si conseguir a Jean Sebert parecía imposible, conseguir a una actriz que le haga justicia... eso sí no se pudo.
Si les gusta Sin Aliento o películas en blanco y negro con buen jazz, con personajes que no dejan de citar citas citables propias o de otros artistas o escritores no se pueden perder Nouvelle Vague.
II.- Un micrófono para Mengele
La desaparición de Josef Mengele (Kirill Serebrennikov 2024) Es una especie de biopic del criminal de guerra Josef Mengele, centrada principalmente en sus largos años como prófugo de la justicia en sudamérica, pero también con algo del tiempo en que ejerció como "El Angel de la Muerte" en el campo de concentración de Auschwitz.
Es interesante todo lo que revela sobre la tolerancia con el nazismo en la Alemania de la posguerra y en sudamérica. Hace poco escribí aquí de ese tema con motivo de un documental que salió sobre el dictador paraguayo Alfredo Stroessner.
En esta película, que por cierto es una curiosa coproducción Francia- Alemania-Uruguay-México y es dirigida por un ruso, esta denuncia con la tolerancia del nazismo está más centrada en la propia Alemania de la posguerra y en Argentina.
Pero claro la denuncia es principalmente el personaje de Mengele mismo, un tipo que usó humanos como conejillos de indias para sus experimentos y que obliga a su hijo adulto a cortarse el pelo porque está muy largo o que dice que oir que hablen alemán mal pronunciado le da dolor de cabeza. Ni él ni su millonaria familia reconocen haber hecho nada mal y están convencidos de haber actuado por una causa superior. Y aquí veo un peligro: Que esta película que se presenta como una denuncia contra un genocida sea vista por algunos como lo contrario. Porque es como prestarle un micrófono a un vociferante nazi y no se puede asumir, sobre todo en estos tiempos, que todo mundo sabe que lo que dice está mal. No faltará el que piense ¡Caray, qué tipazo era Mengele!
Sí, al final vemos que se casa con una brasileña que no parece nada aria y hasta acaba teniendo un cuñado negro. Y la boda parece una ceremonia típica de la cultura afroamericana. Pero eso no evitará que haya gente que piense que este nazi tenía razón.


No hay comentarios:
Publicar un comentario