El primer capítulo de la serie "Decálogo" de Krzysztof Kieslowski no es más que propaganda católica pura y dura. Incluyendo fotos de Juan Pablo 2 con los respectivos halagos al personaje. También aparece la virgen morena polaca, la virgen de Czestochowa, que "llora" tras la muerte de Pawel, el hijo del incrédulo Profesor Krzysztof.
Aunque la historia ni siquiera se atreve a presentar a Krzysztof como un verdadero ateo hardcore, sino tan sólo como un amable agnóstico que no sabe si dios existe o no y acepta que Irene, su hermana, lleve al pequeño Pawel al catecismo.
Y aún así no escapa de la furia divina que le quita a su hijo como para demostrar que la religión católica está por encima de las mediciones, es decir las matemáticas y la ciencia en que él confía.
Al final el argumento a favor de la religión es el muy viejo y malo de que "A ver si frente a la muerte, el dolor y el peligro sigues siendo ateo". Que es como decir "A ver si cuando tus defensas estén más bajas no se te mete el virus."
Curiosa o extrañamente la hermana de Krzysztof le cuenta a su sobrino Pawel que lo que alejó a su papá de la religión fue que un día se dió cuenta que podía medir todas las cosas.
¿Desde cuándo el poder medir las cosas es contrario a la religión?
En el Shi´ur Qomah, un antiguo texto místico judío se cuenta la historia de unos rabinos que bajaron a los palacios de dios, bajaron porque estaban bajo tierra, y pudieron medir su cuerpo. Tan sólo la barba de dios medía 11500 parasangs, una antigua unidad de medida que equivale a tres millas o cinco kilómetros aproximadamente. En general su cabeza era muchísimo más grande que su cuerpo.
Seguramente en otras religiones hay más ejemplos de buenas relaciones entre los números y los dioses pero aquí, en el catolicismo de Kieslowski, al profesor Krzysztof nomás por calcular si el hielo del lago era lo suficientemente fuerte para que su hijo pudiera patinar le cae la patada voladora celestial.
Y no sólo están mal las matemáticas, las computadoras se prenden solas, también son malignas y en general la inteligencia, representada por Krzysztof que además de ser profesor universitario es aficionado a las computadoras y el ajedrez, es mal vista.
Este catolicismo se parece al partido morena, otra organización abiertamente antiintelectual que prefiere a los de baja escolaridad.
Me resulta por lo tanto muy sorprendente que el Decálogo de Kieslowski sea tan apreciado por la crítica. Tiene un 100 perfecto de calificación en el agregador de críticas de cine Metacritic y al parecer el mismísimo Stanley Kubrick declaró que era una obra maestra.
Ante eso sólo puedo agregar esas frases de los españoles que tanto me divierten: ¡Me cago en dios! y ¡Me cago en la ostia!
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