domingo, 16 de febrero de 2025

La orfandad de los juguetes

Mientras que en Toy Story 1 el tema principal es la obsolecencia, cuando un juguete "espacial" llega a reemplazar al viejo vaquero, en Toy Story 2 se trata de una lucha de los juguetes, representantes de la niñez, contra los adultos. Todos los adultos en esta película y la adultez misma son malos. A la que menos mal le va es a la mamá del niño Andy, por ser su mamá claro, pero por su culpa empiezan los problemas cuando decide vender al pingüino Whizzy.

Además ella había mentido diciendo que iba a reparar a Whizzy y en vez de eso lo había arrumbado en un lugar lleno de polvo que lo hacía enfermar más. Para rematar le dice al hijo que los juguetes no son para siempre.

Luego viene Al: Ladrón, no se baña, su aliento es fétido, le da flojera cruzar la calle, es mentiroso y no puede olvidar que le rompieron sus galletas. Los juguetes lo odiaban desde que aparecía en la tele con una botarga de pollo.

El viejito que repara a Woody podría ser un buen tipo, pero no lo es, dice que Woody no es un juguete para que jueguen los niños con él porque se desgasta. Y como nos explican más adelante para un juguete que no jueguen con él es como la muerte.

A Stinky Pete, el buscador de oro, es al que peor le va: le dicen viejo, gordo, feo y quien sabe cuantas cosas más. Para empezar es el apestoso Pete por sus pedos. Aunque al principio es una figura paterna. Hasta que descubren que es un tramposo, malvado, rencoroso y ... pedorro.

Hay otro juguete adulto, el malvado emperador Zorg que le dice a Buzz Lightyear (El tonto, no el original que es más listo) "Yo soy tu padre" cual Darth Vader llevándose a Luke al lado oscuro y este Buzz cae redondito. Los otros juguetes lo dejan atrás porque pues ni como ayudarlo. Hay otros tres personajes medio lelos que encuentran a sus padres, los aliens verdes que deciden que el señor cara de papa parece más bien tener cara de papá. El odia la idea, parece que preferiría ir por unos cigarros y nunca regresar que adoptar a estos juguetes huérfanos y convertirse así en un padre, es decir en un adulto.  

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