domingo, 1 de diciembre de 2019

¡Ya siéntese abuelo!


"A Scorsese no le interesa el mundo después de los setentas". Eso lo leí en algún lado hace algún tiempo y con El Irlandés esto se confirma. Esta película viene siendo como un gran helado de pura nostalgia servido en copa de esas que ahora son de nevería retro. Como los que Pacino se toma en varias escenas pues según esto, Jimmy Hoffa, el líder sindical que interpreta, se la pasaba comiendo helado. Y como suele suceder con la nostagia, todo lo idealiza, empezando por los mafiosos: Todo entre ellos es honor, respeto, tipos simpáticos, paternales, amantes de los niños, listos, sólo recurren a la violencia como último recurso. Y nos dicen que controlan el mundo, los de hasta arriba claro, los meros meros mafiosos. Si los de abajo son como ángeles, entonces los invisibles, los inombrables de hasta arriba, son el supremo poder terrenal según esto. Por encima de los mortales. Porque nos explican que después del Presidente, Jimmy Hoffa era el segundo hombre más poderoso de Estados Unidos. Pero a este y a Kennedy los mataron por meterse con la mafia. Aunque a Kennedy primero lo hicieron Presidente. En realidad el problema con Hoffa, según lo que se ve en la película, fue que le faltó al respeto a los italianos. Y lo mataron, faltaba más. Porque para la nostalgia y el orgullo no hay realidad que alcance y entonces se empieza a inventar. Para ello Scorsese encontró la historia ideal: El libro con las supuestas confesiones de un asesino de la mafia que quien sabe que tan buen asesino era, pero para imaginar si parece muy bueno. Porque este tipo de apellido Sheeran dice haber asesinado a Jimmy Hoffa...  al igual que otras 13 personas, que también han dicho que lo mataron. Según lo que han investigado los medios en Estados Unidos, no hay ninguna prueba de que Sheeran haya dicho la verdad al respecto. Tal vez por eso no ha tenido problemas con la ley. Además según Sheeran antes de matarlo trabajó como asesino para Hoffa. Y después de ver esta película cualquiera sale dando por hecho que Hoffa mataba. Sólo que nunca se le acusó de ningún asesinato. Ni legalmente ni de ningún otro modo. Tenía fama de muchas cosas pero no de asesino. Y según Sheeran mató a unos 30 por órdenes de Hoffa. Y seguro que tampoco mató a Joe Gallo en el 71 en un restaurante de Little Italy, el barrio neoyorquino de Scorsese. Y ya ni hablar del cuento de que llevó las armas para el asesinato de Kennedy y para el ataque a Bahía de Cochinos. Sólo le faltó decir que mató a Colosio por órdenes de Elvis.

Scorsese ya está como viejito que repite la misma historia mil veces, pero que para seguir llamando la atención, deforma la verdad de lo que pasó cada vez más. Y para confundir revuelve todo con detalles verídicos y precisos. Y así cada que aparece un nuevo personaje nos dice: Este es el famoso mafioso fulano de tal, asesinado en tal año y especifica cuantos balazos le dieron.

El genio narrativo sigue ahí, Scorsese sigue siendo muy bueno para contar historias, y tiene buenos momentos, pero parece que no tiene nada nuevo que contar, o no quiere. Prefiere seguir, como dicen los raperos, representando a su barrio, a sus mafiosos de la vieja escuela. Y con los mismos actores y por un lado da gusto ver a la vieja guardia pero también resulta obvio que la película necesitaba actores más jovenes, pues es más fácil para un actor joven representar a un viejo que al revés. El rejuvenecimiento de De Niro por computadora (¡y sus ojos azules!) se siente sumamente forzado. Su personaje y sobretodo el de Pesci se ven rucos desde jóvenes.

Y al final parece que al director de la película le sucede lo mismo que al personaje principal y a la película misma: Nomás no quieren acabar. Vemos a Frank Sheeran angustiado por la muerte y que no quiere que lo cremen que porque eso es demasiado "definitivo", y la película pasa de las tres horas y no sólo no acaba sino que no encuentra un buen final y hasta la cámara parece que ya se va en un último plano secuencia scorsesiano pero regresa con Frank, que pide que no cierren la puerta de su habitación. Nada de cierres o finales. Si la película no se hubiera llamado "El Irlandés" podría llamarse "El miedo a la cortinilla final".



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