Tales from the Crypt (Freddie Francis 72) empieza por situar a los personajes de las cinco historias de la película en un escenario de oscuridad católica.
Se trata de un grupo de visitantes a unas catacumbas en donde los monjes católicos se escondieron durante el reino de Enrique VIII, cuando este rey mandó cerrar todos los monasterios y conventos de Inglaterra.
Para los protestantes una de las características de los católicos es su obsesión con la culpa: Eso de darse golpes en el pecho diciendo "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa", flagelarse en procesión y esas cosas. Y en estas historias presentadas por este monje, en papel de espectro del antiguo catolicismo inglés y que parece como una especie de juez, la culpa aparece en cada historia junto a una fértil imaginación para los castigos. Tanto así que parece imaginación católica. Así que el monje, como un Dante del siglo XX nos guía por este infierno de cinco círculos en donde el karma nunca falla.
En la primer historia un asesino serial mata a una mujer justo después de que ella mata al marido para quedarse con el dinero del seguro. En la historia que sigue un marido tiene un accidente fatal en la carretera justo la noche en que había abandonado a la esposa y los hijos para irse con la amante. En estos casos destaca el buen timing del karma para no dejar duda que esas muertes fueron castigos. Lo mismo sucede en otra historia en la que un burgués hijo de puta se dedica a joder a un vecino que es barrendero. Porque no quiere tener un vecino barrendero. Así que hace que le quiten a sus perros, que le quiten su trabajo y su pensión y esparce el rumor de que podría ser un pedófilo. Finalmente, un día de San Valentín; y en este caso la imaginación se aplica no en el castigo sino en el pecado, hace que todos los vecinos le envíen cartas al barrendero, expresando, con versos ingeniosos, su desprecio y odio hacia él. El tipo finalmente se suicida y cuando entran a su casa a ver que le pasó, se sorprenden de que esta estaba impecable. Cuando habían dado por hecho que sería un muladar. Y así el guionista nos dice que si el barrendero hubiera tenido sucia su casa, todo lo que sufrió habría tenido al menos una justificación. Aunque fuera pequeña.
Pero como era muy limpio lo que le hicieron fue una injusticia total.
El timing otra vez es importante. El barrendero muerto sale de su tumba justo el 14 de Febrero del siguiente año a matar a su vecino.
Los ricos aquí son todos malos y aunque en la siguiente historia no vemos que el protagonista, un hombre de negocios que acaba de quebrar, haga nada malo, el mismo dice que tuvo que ser despiadado para llegar a la cumbre. De la que se acaba de caer. Gracias a su amabilidad de informarnos que es malo podemos ver como este caballero sufre un castigo espeluznante con más tranquilidad. Porque su esposa se encuentra una especie de lámpara mágica de aladino a la que le pide tres deseos. Primero ser rica. Así que el marido se muere y ella cobrará un gran seguro de vida. Luego que el marido viva, pero este está embalsamado así que sufre un dolor de los mil demonios. y, resumiendo, la esposa con sus tres deseos provoca sin querer que el marido viva eternamente con un dolor infinito y ya no se muere ni cortándolo en pedacitos. Y aún le falta el infierno a este burgués.
Por último, la historia final, una muy dickensiana, ocurre en una residencia para ciegos en donde un nuevo director, un militar, miserable como Scrooge, el del Cuento de Navidad, provoca con su avaricia que uno de los ciegos muera, de frío y hambre seguramente. Mientras él y su perro se dan la gran vida. Además no vende sus cuadros para tener dinero para los ciegos, el maldito gentrificador. Entonces los ciegos se ponen creativos, encierran al hombre y al perro y al final hacen que el militar recorra un laberinto con navajas en las paredes hasta llegar al perro, que como no ha comido se alimenta de su antiguo dueño. Una cosa dantesca sin duda.
Y todavía falta el final en donde el monje, ese digno representante de los inquisidores que a su vez sufrió lo indecible a manos de los reformistas envía a todos al fuego eterno. Ese prodigio supremo de la ingeniería mental del castigo.
Amén hermanos. (Y ya saben: familia, austeridad, la casa limpia y nada de arte)
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