La Novena Puerta (Roman Polanski 1999) demuestra que hasta al más diabólico director se le va la liebre por la puerta que no lleva a ninguna parte. Como a Balkan, el millonario de la historia que quiere hacer un pacto con el diablo, pero se equivoca en el paso número nueve, la novena puerta, y no hace pacto con nadie, nomás se muere.
Lo mismo sucede con los otros hombres que entran en contacto con el libro antigüo donde vienen las instrucciones para fundirse con el demonio: Uno se suicida, probablemente tras enterarse que su esposa participa en orgías satánicas. Otro hombre y una mujer, que dice que su época de orgías ha quedado atrás, son asesinados. Esa mujer asegura además que el libro nunca ha funcionado.
Lo único que sí funciona es coger con una demonia.
Okey eso está bien.
Pero prácticamente toda la historia depende de que uno crea en libros escritos por satán. Y si uno no cree en eso pues no hay realmente nada interesante.
Paradójicamente unas palabras del villano Balkan, dirigidas a la hermandad de adoradores de satanás que se reunen a venerar el libro maldito, podrían aplicársele a la trama basada en un libro maldito. Balkan les dice, palabras más palabras menos, que son unos ridículos, a los que jamás se les aparecerá el demonio. O sea está de acuerdo con la mujer ex orgiasta que dice que el pinche libro nomás no funciona.
No funciona, la película no da miedo, y la relación entre el protagonista Dean Corso (Johnny Depp) y la demonia (Emmanuelle Seigner) es sólo una subtrama que sólo se vuelve protagónica al final. Y hasta la escena final de sexo entre esta demonia y Corso es insípida y poco inspirada. Para colmo usan un efecto chafísima de hacerle brillar los ojos a la mujer de modo que la historia misma espoilera el final cuando se "revela" que ella es el demonio. Parece un efecto como de "El Extraño Retorno de Diana Salazar" o algo así. ¿Qué pasó ahí Polanski? Puro lugar común.