Rashomon (Akira Kurosawa 1950) es la historia pionera de las películas que narran una cosa desde distintos puntos de vista, a la pulp fiction, pero además con narradores en quienes no se puede confiar pues pueden estar diciendo la verdad o no.
Hasta los fantasmas, como un samurai muerto que habla a través de una médium de la tradición japonesa, mienten.
Sólo hay dos personajes que no mienten. Ninguno de los dos vieron nada y por lo tanto no podrían mentir aunque quisieran: Un monje, budista o shintoinsta, quien sabe. Y un cínico. El sacerdote está desolado porque no se puede confiar en nadie y todos mienten y el cínico está con la actitud de que eso siempre ha sido así y siempre lo será, y dice que no le importa si le cuentan la verdad siempre y cuando le cuenten algo interesante.
Los dos sin embargo acaban por ver la verdad ¿La verdad de qué? Primero, de lo que pasó entre un samurai, su esposa, un ladrón y un leñador.
Se sabe que el ladrón y a la mujer cogieron enfrente del marido samurai que estaba amarrado y que este acabó muerto. Pero fuera de eso todos cuentan una versión diferente de las cosas en las que quien la cuenta sale mejor parado.
A primera vista el cínico es quien descubre la verdad pues se da cuenta que lo que cuenta el leñador - Ya la segunda vez, tras aceptar que no sólo encontró el cuerpo del samurai, sino que llegó antes y alcanzó a ver lo que pasó - es la verdad, pero además el cínico deduce correctamente que el leñador se robó la daga enjoyada de la dama, aunque después el muy hipócrita estaba llorando por la maldad de la gente.
El monje también establece una "verdad".
La película empieza con este monje y el leñador lamentándose por la horrible humanidad bajo un monumento en ruinas, la Puerta de Rashomon, una antigüa puerta monumental.
Hay una fuerte tormenta y una atmósfera de devastación, el monje dice que las guerras, desastres naturales, hambrunas y los bandidos no son tan malos como no poder confiar en nadie.
Al final se encuentran un bebé entre las ruinas. El cínico se roba unas cosas que había junto al bebé. El monje toma a la criatura en sus brazos y el leñador le pide que se lo de. Dice que aunque tiene seis hijos va a cuidar de ese bebé también. Y el monje se lo da y es un final felíz tipo el sol saliendo tras la tormenta.
El leñador ha demostrado ser mentiroso, ladrón e hipocrita pero el monje se alegra de que se lleve al bebé, dice que ha recuperado su fe en la humanidad así que el leñador no puede ser del todo malo.
La fe en el juicio de este monje es como las columnas de la puerta de Rashomon aún en pie. Lo único que no se cayó y desde donde se puede empezar de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario