Podría pensarse que los premios que ha recibido La Semilla del Fruto Sagrado (Mohammad Rasoulof 2024) que incluyen cinco premios en el pasado festival de Cannes, así como premios en los festivales de Chicago, San Sebastián y Sydney entre otros, se deben a la historia de la película y su director que se ha enfrentado varias veces al regimén iraní. Esta película en particular provocó que se le condenara a ocho años de cárcel, latigazos y la confiscación de sus propiedades, pero Rasoulof alcanzó a escapar a escondidas de Irán.
Sin embargo La Semilla del Fruto Sagrado es una película en la que uno no pierde nunca el interés a pesar de sus casi tres horas de duración, es un muy buen thriller. Que además se filmó a escondidas.
La historia presenta el otro lado de una dictadura: Iman y su esposa están felices porque a él lo han promovido en su trabajo, el represor sistema judicial de Irán. Eso significará más dinero, una casa más grande, lo que parece que es lo que más le importa a ella. Y que él debe firmar, sin leer, documentos para condenar a gente a muerte.
Ellos creen que están ayudando a sus hijas, aunque su libertad de por sí restringida por ser mujeres iraníes, será todavía menor por el nuevo puesto del papá. Y el conflicto entre el régiman y sus enemigos puede ser que esté en la propia familia. Llama la atención escuchar el mismo lenguaje de todos los fanáticos políticos en boca de Iman: "Es que trabajan para los enemigos", "Es que algo habrán hecho", "Es que es una conspiración". El lenguaje de los que quieren darle más poder al poder, como diría Molotov, es el mismo en todos lados. En el fondo trumpistas, cuatroteístas o los revolucionarios teocráticos iraníes son muy parecidos. Pero lo que pasa en la familia de Iman no es descabellado, basta ver la relación de Fidel Castro con algunos de sus hijos. O la de Mao Tse Tung. O las purgas de Stalin a miembros del partido comunista, los mandaba matar por cientos, igual que el camarada Mao. Aún así seguirá habiendo quienes creen que el poder despótico está de su lado. Y de su familia. Aunque tengan familiares muy cercanos, como las hijas de Iman, con otros datos.
Y sin embargo el mayor mérito de la película no es un mensaje político, es como ya dije un thriller. Y bueno.
Finalmente me llama la atención que la ruina de Iman comenzó en su pueblo natal, disfrazada de buena suerte. Pero este pueblo es en realidad alguna muy antigua localidad deshabitada y en ruinas, excepto por la mezquita a donde Iman llega al arranque de la cinta a agradecer a Alá por su ascenso. Al final vemos ahí fotos de Iman de niño haciendo alguna seña de sumisión al Ayatollah Khomeini, en un lugar lleno de viejos megáfonos que es de suponer se usaron en los tiempos de la revolución islámica. Los mismos megáfonos ahora serán su perdición. Y las ruinas de su pueblo natal le servirán de celdas para encerrar a su familia. Como si el origen de todo el mal radicara en esas ruinas de las que sólo la mezquita queda en pie, lejos de la más moderna Teherán, que antes de la revolución era más moderna aún, inclusive cosmopolita. Es el pasado en ruinas y su religión lo que amenaza con devorar a las hijas de esa familia.
[Emoticón de dos perros sonrientes]
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