viernes, 13 de septiembre de 2024

El que se mueve pierde


En Stranger than Paradise (Jim Jarmusch 1984) una chica, Eva (Eszter Balint), llega de Hungría a Nueva York y debe quedarse unos días con un primo mamón, Willie, que vive en un muy pequeño departamento.

A lo largo de esta historia parece haber una constante que es que el que se mueve pierde. 

Ella viene desde la vieja europa comunista y acaba viviendo en Cleveland con una tía, trabajando en un local de hot dogs y según dice ella misma se siente atrapada. Al final de la película está a punto de regresarse a Europa.

Su primo parece llevar una existencia minimalista en su pequeño departamento, con pocas cosas, su pequeña tele, jugando solitario, comiendo cenas preempacadas que le evitan lavar platos. No le gusta que le hablen y menos en húngaro aunque lo entiende.

 Y que nadie lo moleste. Tiene un amigo, Eddie, al que se la pasa dándole órdenes, como a su prima.

Willie y Eddie parecen vivir de jugar a las cartas en las que hacen trampa y de ir al hipódromo. 

El primo por un lado trata mal a la prima pero al mismo tiempo trata de congraciarse con ella. Le regala un vestido pero como el que se mueve pierde a ella no le gusta. En cambio a él, Eva le compra una de las cenas preempacadas que sabe que Willie come y no falla.

Un día, cuando Eva ya tiene tiempo en Cleveland, Wllie y Eddie deciden que quieren ver cosas nuevas y tomar la carretera, así que van a ver a Eva. Lo de ver cosas nuevas no sale bien, Eddie comenta que todo se ve igual, Eva los lleva a conocer el lago Erie, que como es invierno está congelado y se quedan los tres viendo un rato un fondo completamente blanco. Así que mejor se van a Florida.

Eddie quiere probar suerte con algo nuevo, tiene un presentimiento sobre las carreras de galgos y se van al galgodromo y dejan a Eva todo el día en un motel. Pierden casi todo su dinero en los galgos y para recuperarse Willie decide ir a un viejo y conocido hipódromo. Pero Eva ya domina lo de ganar dinero gracias a su intuición. Willie se mueve, parece que acaba, contra su voluntad, en un avión rumbo a Budapest. Eva en cambio regresa al motel, ya no está inquieta por irse de ahí, aunque puede hacerlo, y se sienta tranquilamente. 

Esto de quedarse quieto parece que Jarmusch lo aplica en sus películas que deja tomas muy largas que parece que nunca va a cortar.

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