Aguas, análisis con exceso de spoilers adelante. Parallels (Dir. Christopher Leone, Guion Christopher Leone, Laura Harkcom 2015) nos presenta una realidad que se puede controlar desde una pantalla. La pantalla controla el aparato que controla el edificio, que cambia la realidad afuera del edificio, de forma aleatoria. O lo hacía hasta antes de que llegara el aparato. Con el aparato ya no habrá azar, desde la pantalla se podrá controlar el destino.
Es un celular en esteroides, el sueño de todos, una pantalla omnipotente que nos de poderes de dioses a los usuarios. Ya con esa tecnología se van a buscar una realidad donde la mamá muerta no esté muerta y así será todo tan fácil como para el personaje que acaba con el abogado corrupto en que se convirtió en una de esas realidades. Tan sólo dio un clic y envió documentos que acaban con su yo rico y corrupto de dicha realidad.
Pero al final aparece un poder superior. Resulta que una mujer veterana de los viajes entre realidades paralelas, no es realmente una mujer. Son tres, como las tres mujeres de los mitos griegos que se dedicaban a tejer los hilos del destino. Las tres iguales, seguramente cada una surgida de una realidad distinta y actúan en conjunto sin que nadie lo sepa.
Lo mejor es que estas mujeres toman decisiones jugando a piedra papel o tijera. Una de las más conocidas puertas, junto al tiro de dados y el detinmaríndedopingüecucaramacaratíterefue, al poder del azar, lo arbitrario, aleatorio y random. Algo que las computadoras, ni siquiera las matemáticas, pueden hacer: Dar un número realmente random, lo que hacen es dar números pseudorandom aunque digan lo contrario.
Y no importa de que generación sea la pantalla con complejo de omnipotencia, ninguna podrá contra las mujeres que juegan a piedra papel o tijera.
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