martes, 12 de marzo de 2024

Las traicioneras aguas de la aburrición mortal

El actual clima político en el país le ha quitado el sueño a muchos en el país y seguramente pensando en los insomnes, para la próxima muestra internacional la cineteca decidió incluir la película mexicana “Valentina o La Serenidad” y dos películas del director portugués Joao Canijo, Vivir mal y Mal vivir. No puede ser otra cosa.

Valentina o La Serenidad de la directora Ángeles Cruz parece a ratos un largo videoclip donde vemos muchas imágenes bonitas y sobre todo vemos mucho, mucho, a la niña Valentina que vive en una especie de paraíso mixteco. Eso sí la música es muy interesante, buena música, lo reconozco. Y digo paraíso mixteco porque se trata de un mundo ideal donde no hay conflictos y todo es felicidad. No hay ni basura. El único problema es la muerte, ya nomás que quitaran eso y sería todo perfecto. Pero por lo mismo es muy, pero muy aburrido. La historia es mínima, el papá de Valentina se ahoga en el río, claro que no se ve nada para no afectar la serenidad, y está como raro porque ese río no se ve como suficientemente grande para matar a alguien. Aguas engañosas. Entonces Valentina primero pasa por una etapa de negación del duelo. Una negación rara para una niña pues dice típicas frases de adulto como “Es que mi mamá está confundida”. Y después pasa por la etapa de tristeza. Al final hacen un rito y ya todo se arregla. Fin. Ese es todo el argumento. Que por otro lado está bien porque así si uno se echa una cabeceadita o un coyotito no hay que preocuparse por recuperar el hilo de la trama, no hay de qué ahora uno ya no sabe que pasó. Porque no pasa nada.

Llaman la atención las semejanzas con otra película mexicana muy reciente, también de una directora, Tótem. En las dos parece que las películas son sólo un pretexto para filmar a niñas, las dos tienen una trama mínima, en las dos se usa la muerte del padre para provocar emociones. Ambas parecen tener una obsesión con los insectos, hay muchas hormigas en las dos, y las texturas, en el caso de Valentina específicamente con las cortezas de los árboles Y las dos son aburridas.

Y ahora Mal vivir: La historia se trata de una adolescente que llega de visita al hotel de su abuela en donde vive la abuela, la mamá, la tía y hasta una sobrina de la abuela. Nos enteramos que la madre padece de neurosis y depresión y la hija vivía con el papá pues ella no puede hacerse cargo de ella por esa neurosis y depresión. Pero eso se nos dice, si no nos dijeran pues la señora no se ve tan mal. Definitivamente no es la señora diversión pero más bien parece una señora más. Para que veamos qué mal está la mujer le pusieron una perrita llavero que ella carga a todos lados como una especie de muleta emocional. Pero pues eso no es como para que no pueda ni estar con su hija. Que no mamen. El casi único chiste en las más de dos horas de este bodrio, es cuando llega la hija, ve a la perra y pregunta ¿Pues qué este nunca se muere? Y contesta la mamá: Es que este ya es otro.

Aquí tampoco pasa casi nada y uno se puede dormir tranquilo. No hay realmente una trama. Es de esas de tomas lentas y todo el chiste es ver que las relaciones madre – hija son malas. Y los clientes del hotel también se la pasan peleando igual que la familia de la dueña y las relaciones madre – hija de las huéspedes también son pésimas. Pero no pasa realmente nada. No hay una estructura de drama como tal con diferentes etapas. La película empieza con una toma de la alberca del hotel donde no pasa nada y al final la señora “neurótica depresiva” yace ahí muerta. Se ha suicidado.

Como en la anterior película es una muerte rara, no recuerdo que se haya tomado unas pastillas o algo para suicidarse, nomás queda ahí flotando. Otras aguas engañosas. Y por último vemos a su hija y su mamá en un sofá. Sin hacer nada. Final muy apropiado para esta cosa donde no pasa nada que recomiendo evitar como si fuera covid.

El colmo es que hay segunda parte de esto. Y también estará en la muestra.

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