jueves, 14 de febrero de 2013

Vi "El Vuelo" y vi la luz y vi que el alcohol es la respuesta


A ver...  si un piloto es tan hábil para pilotear borracho que puede hacer aterrizajes casi milagrosos y salvarle así la vida a mucha gente ¿Cuál es su problema? ¿Qué lo pueden meter a la cárcel si le demuestran que tenía alcohol y cocaína en la sangre? Pues no, porque el sindicato de pilotos le pone un abogado muy bueno. ¿Qué tiene problemas con su exesposa e hijo? Pues él estaba ya con otra, una azafata muy buena a la que quería y la ex y el hijo apenas aparecen en la historia. O sea en una película de más de dos horas saldrán dos minutos, no pueden ser tan importantes.

Bueno, pero tiene que decir que su azafata se acabó el vodka del avión y eso no es cierto, no podría decir eso enfrente de... ¿De quién? La azafata murió y no vemos a ningún familiar o siquiera un amigo de ella rondando, podría ser que nadie se enterara de su sucia mentira. Al menos no hay nadie que el guionista o director de esta película nos presenten a los espectadores. Bueno ¿pero vemos que una mujer lo deja por borracho no? Pues si, una prostituta heroinómana que el piloto salva de vivir en la calle y al otro día ya lo está jodiendo con su forma de beber. O sea, podría conseguirse fácilmente otra prostituta heroinómana que no joda tanto.

Lo que El Vuelo nos presenta como el gran gran problema de este tipo es que nomás no puede decir que es alcohólico. Ese es el absurdo conflicto central de esta película. Ah ¿pero cuál es la solución? Pues el alcohol. Gracias a que se pone una borrachera épica que ni la cocaína le baja (él lo dice: Estoy borracho en este momento), el alcohol le da valor para aceptar su alcoholismo y entonces ya todo se arregla y se irá a vivir tranquilamente a una cárcel con cómodas celdas y amplios jardines.

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