En teoría la
arquitectura brutalista no tiene que ver con brutalidad y se llama así por la palabra francesa brut que significa algo crudo, sin adornos, al natural digamos. Y así este estilo arquitectónico que dejaba a la vista la estructura de la construcción y que a los materiales, especialmente el concreto que les encantaba, no les hacía ningún tipo de acabado o adorno acabó llamándose así.
Pero en El Brutalista si que hay una relación entre brutalismo y brutalidad: El ficticio arquitecto judío-húngaro Laszlo Toth, que estudió en la famosa escuela Bauhaus y tras haber pasado por la segunda guerra mundial y la brutalidad del campo de concentración de Buchenwald llega a Pennsilvania.
De entrada hay una cosa poco común en el cine americano. La película es una coproducción Estados Unidos - Reino Unido - Hungría pero el director Brady Corbet es americano y en El Brutalista hay una crítica muy visceral a los Estados Unidos. Unas secuencias que parecen viejas películas promocionales del estado de Pennsilvania parecen puestas puestas ahí sarcásticamente. Habla un locutor de la grandeza y prosperidad de Pennsilvania y enseguida vemos una gran fila de menesterosos haciendo cola para que les den algo de comer, por ejemplo.
Más adelante la crítica ya se vuelve abierta y nos enteramos que tanto Laszlo como su esposa, que llega a Estados Unidos después que él, piensan que es un país podrido y en el que todo está podrido desde el paisaje hasta la comida.
Claro que hay un muchas cosas que criticarle a Estados Unidos y posiblemente en estos tiempos trumpianos más que nunca. ¿Pero porqué esta pareja, después de pasar por la guerra, los campos de concentración y la pobreza de la posguerra iba a tener tan mala opinión del país qué escogió para vivir? Se supone que la esposa no puede caminar a consecuencia de la hambruna que pasó ¿pero le parece que la comida de Estados Unidos está podrida?
La podredumbre americana queda personificada en dos personajes. Primero en Audrey, la esposa de Attila el primo de Laszlo, que es católica y, es de sospecharse que algo ha de haber tenido que ver para que Attila dejara el judaísmo y se volviera católico.
Attila recibe a su primo, le da un lugar donde vivir y trabajo en su negocio. Pero Audrey inventa que Laszlo le ha hecho alguna propuesta indecorosa así que el arquitecto Toth acaba viviendo en un refugio para indigentes y trabajando con una pala moviendo carbón.
El segundo personaje es el magnate de la industria Harrison Van Buren que se entera que Laszlo es un reconocido arquitecto y le encarga una gran obra, una especie de iglesia/centro comunitario que quiere hacer en honor a su madre y para beneficio de la comunidad.
Van Buren es un mecenas muy generoso que no sólo saca a Laszlo de la pobreza en que estaba hundido, y tolera sus vicios, pues se supone que Laszlo Toth era adicto a la heroína; además le encarga una obra monumental en contra de la opinión de su familia, de sus cercanos del negocio y hasta de los políticos locales.
Además gracias a Harrison, Laszlo logra traer a América a su familia, su esposa Erzsebet y su sobrina.
Y entonces un día que estaba borracho Harrison lo viola. Y mientras tanto critica a los judíos diciendo palabras más palabras menos, que ellos se ponen de pechito.
Resulta sorprendente no sólo porque no se da ningún antecedente de que el personaje de Harrison pudiera hacer algo así... sino porque esas cosas no pasaban en los cincuentas.
Poner que este señor, ya ruco, viola a su amigo, porque en la historia se vuelven cercanos; al que tanto había ayudado, sin dar ninguna señal antes de que era homosexual o de que quería fregarse a Laszlo se siente incongruente, inverosimil y forzado. Hasta la falsa acusación de la malvada católica Audrey se siente más creíble.
Para el epílogo la historia se traslada a 1980. Nos informan que el mazacote de cemento de Laszlo se acabó en el 73 y se llama Instituto Van Buren. ¿Cómo fue eso? se pregunta uno. ¿Acaso Harrison acabó de construirlo respetando el proyecto del tipo que lo acusó de violarlo? Eso está muy incongruente.
Lo que si tiene sentido es que escogieran 1980 para el final. Mark Fisher (también conocido por su alias k-punk) es uno de los críticos culturales más conocidos actualmente en el mundo, aunque hace unos años se suicidó. Según Fisher el post punk, genero musical que tiene entre sus exponentes más populares a Joy Division, The Cure, Depeche Mode y Bauhaus fue posible, entre otras cosas, gracias a la arquitectura brutalista que fue muy popular en el Reino Unido y según él, post punk y brutalismo tienen mucho en común. Cosas como la angularidad, el minimalismo, lo moderno, la sensación auditiva de grandes espacios que hacen que haya canciones post punk que son, según Fisher, como versiones en sonido de obras brutalistas.
Y entonces el brutalismo, junto con otras cosas y el interés de los músicos por lo moderno, por algo el grupo Bauhaus se llama así, hicieron posible ese movimiento musical modernista.
Inclusive Molchat Doma uno de los grupos de post punk contemporáneo más conocidos, pone en la portada de sus discos construcciones brutalistas.
Entonces se supone que en 1980 le hacen un homenaje a Laszlo Toth en una bienal de arquitectura, cuando el post punk estaba en plena explosión, y Vince Clarke, uno de los fundadores de Depeche Mode, participa como músico invitado en el tema del sountrack con que empieza ese homenaje.
Sin embargo, en la descripción que la sobrina hace de la obra de su tío en Pennsilvania rebela algo que según yo, va en contra de los principios del brutalismo. Según dice ella esta obra ficticia, el Instituto Van Buren, cuya construcción es la esencia de la película, incluye unos cuartos con las medidas exactas, excepto la altura, de la celda de Toth en el campo de Buchewald, y esta está conectada mediante diferentes estructuras subterraneas al espacio que representa a la celda de su esposa en el campo de Dachau, simbolizando así la unión de la pareja a pesar de haber quedado en diferentes campos de concentración.
Esto obviamente sólo se podría haber hecho a espaldas de Harrison que quería que la obra fuera un homenaje a su mamá. Pero además un principio fundamental del brutalismo era el funcionalismo. Todo debía servir para algo concreto.
Y lo más curioso es que Harrison le pide a Laszlo que la construcción incluya una capilla, Laszlo le contesta que si no se suponía que era una obra para toda la comunidad (...y no sólo para cristianos) pero tiene que obedecer y entonces el edificio se supone que tiene una gran cruz hasta arriba y además con el sol se forma otra cruz en el interior. Y resulta entonces que el cristianismo acaba simbólicamente sobre los campos de concentración. Presidiéndolos digamos.
Se ha señalado que uno de los orígenes del brutalismo fueron las construcciones militares de Gran Bretaña en la segunda guerra mundial; fuertes, construcciones defensivas y cosas así pero en esta película no sólo se relaciona este estilo con los campos de concentración de la guerra. Laszlo dice que espera que sus edificios provoquen revoluciones y después señala que sus edificaciones siguen en pie a pesar de la guerra y que las diseño para soportar ríos de odio y miedo. Y luego resulta que para construir su obra debe soportar hasta una violación, después de la cuál el mismo se vuelve agresivo y brutal y hasta patea a sus trabajadores.
Pero así como una de las características del brutalismo es no ocultar nada, dejar las estructuras de una construcción a la vista, en la historia se establece una relación entre el dolor, la divinidad y la verdad. Se supone que Erzsebet padece terribles dolores y en una ocasión lo único que se le ocurre a Laszlo para ayudarla es inyectarle de su heroína. Entonces ella casi se muere. Después de eso Erzsbet dice que vió a Dios y que le dió permiso para llamarlo por su nombre. Cosa que está prohibidísima en el judaísmo. Y ante el terrible dolor de perderla Laszlo le confiesa que Harrison lo violó.
Y ni como negarlo, a veces se necesita un poco de brutalidad para que la verdad sea dicha.