Kill List (Ben Wheatley 2011) es una extraña mezcla entre drama familiar y folk horror con una pizca de thriller. Al arranque parece que vamos a ver el drama de un matrimonio que se divorcia o algo así. Jay (Neil Maskell) y su esposa Shel (MyAnna Buring) discuten por dinero y por pendejadas. Que si él tomó de las costillas sin cortar en vez de las ya cortadas o que si ella en lugar de poner comida en algún platón de la vajilla la puso en un pyrex que parece para hacer química.
En general todo es conflicto y acrimonia. No sólo Jay y Shel se la pasan a gritos y golpes (de ella a él). También Jay y su amigo y socio Gal (Michael Smiley). O Jay y los comensales de un restaurante. O con los que no pueden decir por favor o gracias. De hecho lo que sorprende es que la pareja siga siéndolo y que Jay y Gal sigan siendo amigos y trabajando juntos. Por un lado llama la atención tanta rudeza pero también que a pesar de ella las cosas sean "normales". ¿Será una cosa inglesa acaso?
Así que Jay y Gal son un par de asesinos a sueldo, pero son muy típicos clasemedieros. ¿Será eso posible? Bill Burroughs, quién además de escritor fue un ladrón profesional escribió en algún lado que en México no había ladrones de clase media; como en Estados Unidos.
Entonces todo era felicidad. No hacían más que pelearse. Pero después se reconciliaban. Y Jay y Gal mataban gente y así. Pero entonces Gal lleva a cenar a su nueva novia, que trabajaba en el departamento de recursos humanos de alguna empresa. Por supuesto la acusan de correr a la gente para no desaprovechar la oportunidad de crear una situación muy incómoda. Todo normal.
Pero ella es de una secta como salida de Wicker Man.
Esa secta organizará una pelea a muerte, no les digo entre quienes, y tiene su toque conspirativo: En México cuando pensamos en ritos antiguos pensamos en indios, en campesinos, en lo popular. Pero en Inglaterra ritos antiguos también significa monarquía, universidades, Hogwarts, clase alta. Uno de estos tipos les dice a Jay y Gal que ellos no son más que engranes en la maquinaria.
Sin embargo esta secta de apariencia tan primitiva, antigua, hace pensar en el inconsciente, algo más oculto y poderoso que cualesquiera conspiradores. Que puede mover los hilos detrás de cualquier departamento de recursos humanos por más racional y moderno que quiera parecer. Y que por supuesto puede dedicarse a dividir a la gente. Apenas en el útimo post sobre Lifeforce escribí de ello, en específico de conflictos entre hombres y mujeres.
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