lunes, 23 de enero de 2012

Big Godínez is watching you: J. Edgar




Independientemente de lo fiel que está película sea a la verdadera historia de Edgar Hoover, que al parecer no es mucho, el resultado en pantalla resulta el retrato del burócrata perfecto. El personaje interpretado por Leonardo DiCaprio es lo más parecido al Godínez o Gutierritos, como les decimos en México a los típicos oficinistas,  ideal. Para empezar, Hoover llegó rápidamente al escritorio de jefe y se quedó ahí nada menos que 48 años. Ya nomás ese dato serviría para ubicar a Hoover como un auténtico Uberburócrata. Los chantajes, intrigas y el espionaje que vemos en esta película no son en esencia diferentes de los que pueden suceder en cualquier oficina en cualquier lugar, lo único que cambia es la magnitud. En este caso Hoover chantajeaba nada menos que a los Presidentes de Estados Unidos y disponía de medios más sofisticados que el intrigante burocrático común, pero el juego es el mismo. Inclusive la homosexualidad del personaje puede verse como otra característica que lo ubica como el burócrata ideal: como es sabido hay lugares que valoran positivamente la homosexualidad al contratar personal ya que a falta de una esposa e hijos los gays pueden entregarse más plenamente a su compañía u organización. De hecho en la propia película Hoover escoge a su secretaria personal cuando esta le dice que no planea casarse sino dedicarse por completo al trabajo. Y en la escena en que está revisando las solicitudes de los aspirantes a agentes, cuando rechaza a uno de los solicitantes, la secretaria le pregunta si es porque este tiene familia en Nueva York, dando a entender que si no por el hecho mismo de tener familia al menos el hecho de tenerla en otra ciudad aunque fuera cercana sí era un factor negativo en la valoración de los aspirantes. A Hoover le fueron leales durante décadas sus colaboradores más cercanos, al menos vemos en la película que ese fue el caso de Tomlinson su amante – director adjunto y su secretaria, que le fue leal hasta después de muerto, lo que hace pensar que Hoover era leal y también sabemos que era obsesivo y paranoico. En la película apenas vemos alguna mención de su obsesividad; hay una escena en que se ve que le molesta saludar dando la mano, al parecer esto lo detestaba y corría a lavarse de inmediato y también vemos muestras de este carácter metódico con el que organizó el catálogo del congreso de Estados Unidos y su deseo de hacer un catálogo similar pero para guardar información sobre todos los estadounidenses. Lo de su paranoia es otra característica conocida de Hoover que en la película apenas queda esbozada en su preocupación con cualquiera que pudiera alterar el orden. Lealtad, método, aunque sea obsesivo y paranoia, siempre útil para mantenerse alerta: Cualidades muy útiles en un medio burocrático.



Hoover, para fortalecer políticamente a su agencia, promovió películas que presentaran a sus agentes como héroes y hasta historietas donde él, que no era un hombre de acción, enfrentaba directamente a los malhechores. En esto, así como en su deseo de contratar puros graduados universitarios parece ser inspiración de nuestro mexicano Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, de quién también se rumora se sirve del chantaje y el espionaje para sus fines políticos.  Esto es llevar la lucha por el presupuesto y el poder burócrático, en lo que a cualquier burócrata digno de tal nombre le va la vida, al máximo nivel.
Suponemos que nunca jamás alguien le llamó la atención a Hoover por no cumplir los requisitos de la “excelente presentación” burocrática, y él tampoco se preocupaba de no invadir los terrenos de lo personal en que respecta a la presentación y estado físico de sus subordinados, al grado de que vemos que corre a un viejo rival, ya siendo su jefe, por usar bigote, lo cual le desagradaba. Esto sin duda será el sueño húmedo de muchos Gutierritos: “Ah cuando yo sea jefe correré a fulano y sutano con cualquier pretexto”. Si hay políticos tan de tiempo completo y tan hábiles que se les dice animales políticos en Hoover tenemos al animal burocrático por excelencia, nadie como él para aferrarse a un puesto, acabar con los rivales de la oficina, agandallar más espacio para su departamento y torcer las reglas.

Sin embargo el burócrata aunque de director del FBI se vista burócrata se queda. En la película se vislumbra una vida monótona, más bien aburrida. Una gran parte transcurre en oficinas, y de hecho, en la misma oficina. Lo vemos hacerse viejo y ver pasar a los Presidentes desde el mismo balcón. Para colorear esta grisura la película se sirve de las mismas escenas fantasiosas de las que el Hoover real se sirvió, escenas de Hoover haciendo personalmente detenciones que sólo existieron en su imaginación y en la propaganda del FBI. Y por alguna razón, la única que se me ocurre es que probablemente el director, Clint Eastwood, quería darle a la película una atmósfera como de cine negro, J Edgar es una película fotografiada como en un tono muy gris, con colores como deslavados.

De forma paradójica, o quizá sintomática, el gran enemigo de Hoover fue una ideología que crearía gigantescas burocracias. Los regímenes comunistas llevaron a cabo su sueño de fichar a todos los habitantes de un país y es de suponerse que a Hoover le hubiera encantado estar a cargo de sistemas que espiaban todo acerca de todos y llevaban un control muy estricto de la población como el de la Alemania comunista.  Al final resultó que durante la guerra fría, el órgano más parecido a los de las burocracias comunistas que tuvieron los americanos, fue precisamente la agencia que perseguía a los comunistas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario