Lo de las diferencias sociales me parece que es apenas la primer capa de esta gran película del 67: Una pareja de fresas, pijos o fifís pasan una noche con 4 personajes marginales. Hay un personaje representante de todo lo establecido, el arquitecto Jaime de Landa, Paloma su novia rebelde y los caifanes, cuatro sujetos que parece que ni nombre tienen, sólo apodos. Algo muy apropiado para establecer las diferencias en esta historia basada en los diálogos y el lenguaje. Como podía esperarse de un guión que parte de un texto del novelista Carlos Fuentes y de un director y un elenco dedicados al teatro. De hecho el grupo estaba ensayando para una obra de teatro y de un día para otro cambiaron a ensayar para la película.
Pero lo del lenguaje no es sólo una cuestión formal o de estilo. La película empieza en una fiesta elegante en donde sólo se escuchan frases huecas y palabras rimbombantes. Paloma pide que le traigan un diccionario rápidamente. Nada tiene sentido. Después chocando con los elegantes y sus palabras llegan los caifanes que hablan en doble sentido, caló, albures, palabras de chicanos o de jerga carcelaria. Pero también con algo de poesía. Y a Paloma le gusta como hablan, dice que hasta parece que cantan.
Más que un contraste entre clases sociales el contraste es entre la norma y sus transgresores. Para eso claro, sirve que el arquitecto cuadrado sea rico y los transgresores personajes populares. Además de que siempre será popular criticar al rico.
También está el tema sexual y la película es del 67 en plena revolución sexual y juvenil. Pero desde el principio se pone el tema del lenguaje al centro. Y claro, la historia no es de amor y ni siquiera se ve a Paloma besándose con el estilos, el caifán con el que se va a solas. Y si se trataba de elevar a los de clase baja por sobre el novio elegante hay inconsistencias: Los caifanes le roban su guitarra a un ciego, o sea que no son tan buenos; Jaime de Landa es el único que se arriesga a ir por ayuda, delatándose, para salvar al azteca de morir asfixiado. Al final cuando lo acusan de cobarde saca un buen argumento: Ustedes no tienen nada que perder y yo sí. Y después de advertirles que con denunciarlos (Su palabra si vale, con la ayuda de su dinero, pero vale) puede acabar con ellos, los caifanes ya no hacen nada. Y establece cuál es la diferencia entre él y ellos: El tiene un nombre, ellos sólo apodos.
Y falta lo principal, tiene razón de sospechar de los caifanes porque hablan en doble sentido. El le habla en inglés a Paloma para que ellos no entienden y ellos hablan con palabras en clave. Con palabras coloridas pero en clave. Paloma no se queda con los caifanes y todos le cantan al amor pero este no se aparece. En cambio la muerte a la que invocan sí los escucha y les da un buen susto. Y está el personaje de la prostituta, una catrina huesuda, novia del capitán gato, que da la vuelta con ellos en la carroza fúnebre.
Al final Paloma deja a Jaime representante del mundo de las palabras sin sentido, pero tampoco se queda con los caifanes que sólo representan negación. Aquí no hay para donde hacerse. O como dirían los otros caifanes "Mátenme porque me muero", frase que parece sacada de uno de los parlamentos del azteca en esta película.
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