miércoles, 18 de marzo de 2020
El inquilino en la cabeza
martes, 10 de marzo de 2020
El Dios con bocinas Marshall y el pueblo de corderos
Más que la locura, el amor, el
pecado o el sexo, lo que separa a Bess McNeil de la comunidad religiosa donde
vive es que ella "escucha" a Dios y todos los demás lo leen. Lo de
que está loca me parece más bien un recurso narrativo porque para estar loca
Bess es sumamente congruente. La diferencia entre leer y escuchar en cambio es
tajante: Los viejos patriarcas de la comunidad no le ponen siquiera campanas a
su iglesia pues dicen que no las necesitan y Bess tras la muerte se convierte
en tañír de campanas. Los patriarcas la retan a decir que cosa buena trae la
gente de fuera y Bess, a quien le gusta bailar, contesta que la música. Y se
mete a la iglesia de la palabra escrita de Dios vestida de puta a decir que no
se pueden amar las palabras pero que se puede amar a un hombre. Sin embargo
ella hace todo lo que le dice ese hombre porque las palabras de Dios, que
escucha en su cabeza, se lo exigen.
Sus problemas empiezan cuando le pide a Dios que le traiga a ese amor que sólo
puede escuchar por teléfono, pues está en una plataforma petrolera.
Cree escuchar a Dios, un Dios que se parece mucho al severo Dios patrircal de
su comunidad: Un hombre mayor de voz grave que exige su sacrificio. Sacrificio
que al final sirvió para que su amiga Dodo y Jan se conocieran. Los de fuera.
Bess estaba a punto de salvarse cuando Dodo le dijo que escuchara a Jan. Las
palabras de los de fuera, que ella confunde con las palabras de Dios fueron su
perdición.
Las palabras que le llegan por teléfono desde las olas, la muerte que ella va a
buscar atravesando las olas del mar. A través de olas, waves, la misma palabra
que se usa en inglés para las ondas, que son como olas de sonido.
miércoles, 4 de marzo de 2020
Christiane F y los heroes bowiesianos originales
Yo, Christiane F es una película alemana de 1981, basada en la historia real de una chica de 14 años yonqui, que prueba la heroína por primera vez en un concierto de David Bowie. Y Bowie sale en la película en el concierto y además todo el soundtrack es de su etapa berlinesa de los setentas. Justo donde se ubica la historia. Obviamente sale "Heroes".
Al contrario de películas muy ñoñas como Jojo Rabbit o Las Ventajas de Ser Invisible, que también usan "Heroes", Christiane F es súper cruda. Fue un gran escándalo en su momento pues reflejaba la realidad de los adolescentes, casi niños, que se enganchaban con la heroína y descendían como en tobogán a una vida de prostitución afuera de la estación del metro del zoológico de Berlín (La famosa Zoo Station de U2 que siguiendo el camino de Bowie se fueron a Berlín con Brian Eno a hacer un disco). Y a muertes por sobredosis.
La película no ahonda mucho en la vida anterior de Christiane, de su novio o de los demás personajes. Simplemente nos dice que todos ellos fueron masticados por esta especie de planta carnívora que es la heroína. Creo que eso está bien porque las explicaciones salen sobrando un poco. Si Christiane lo hizo por su novio, o si otros lo hacen por pertenecer o porque tienen algún problema en realidad no importa tanto. Nada de eso realmente puede explicar la atracción fatal de la planta carnívora o porque los yonkis son un grupo al que algunos quieran pertenecer o porque se fue Christiane a enamorar de uno de ellos. ¿Cómo empezó todo en primer lugar?
Los narcos aquí no figuran siquiera, son meras sombras, instrumentos al servicio de la heroína que parece atraer a los futuros yonkis como a moscas hacia un foco, aunque ellos ni siquiera lo sepan, como cuando Christiane va por primera vez a escondidas a la discoteca que será su perdición. Como venadito lampareado por las luces de neón donde se esconde el predador que apunta con aguja hipodérmica a sus venas.