La Cucaracha (Isnael Rodríguez 1959) caminaba de hombre a hombre. También le decían "la rodadora", por lo mismo, por rodar de uno a otro. Era una soldadera y estaba con los villistas. ¿Porqué? Porque no tenía ni veinte pesos. Cuando quiere comprar un rebozo y le dicen que cuesta veinte pesos contesta que si los tuviera no andaría en la bola.
lunes, 2 de diciembre de 2024
En la bola más vale soldadera que esposa
La Cucaracha (Isnael Rodríguez 1959) caminaba de hombre a hombre. También le decían "la rodadora", por lo mismo, por rodar de uno a otro. Era una soldadera y estaba con los villistas. ¿Porqué? Porque no tenía ni veinte pesos. Cuando quiere comprar un rebozo y le dicen que cuesta veinte pesos contesta que si los tuviera no andaría en la bola.
domingo, 28 de enero de 2024
La Fiesta de las Balas
Así le puso Octavio Paz a la revolución mexicana y no se me ocurre una mejor descripción de ¡Vámonos con Pancho Villa!, la tercer película de la llamada trilogía revolucionaria de Fernando De Fuentes (Aquí está la entrada sobre las dos primeras películas). La película está llena de jolgorio, música y borracheras. Al parecer la música era muy importante en la División del Norte, en una escena le avisan a Villa que van a fusilar a unos músicos que capturaron y el general se opone y pide que los integren a un batallón, le contestan que ya todos tienen orquesta (y si no me equivoco le dicen que algunos hasta más de una) entonces Villa responde "Pues fusílenlos entonces para que me preguntan." Les encanta cantar una canción que dice: "Si me han de matar mañana que me maten de una vez". La actitud ante la muerte de los personajes es extraña: En una escena van a ahorcar a un tipo y este está como si nada. Más adelante en una cantina deciden jugar una especie de ruleta rusa con una pistola, aventándola al aire a ver aquién le toca el balazo, y le da a este mismo personaje que en vez de ver si un doctor lo puede salvar decide darse un tiro. Como que la fiesta de las balas tiene algo de suicidio colectivo, podría ser también "La fiesta de los lemmings", por los animales noruegos que a veces corren en masa a ahogarse.
Por lo menos en esta historia cualquier ideal de justicia queda muy en segundo plano. Lo importante es demostrar que se es bien macho y al igual que en la primer película de la trilogía, El Prisionero 13, no hay nada peor que mostrar temor ante la muerte. ¿Pero demostrarle a quién? En este caso el macho alfa es el General Francisco Villa, que aparece con porte de que vende barbacoa los domingos. Al principio pensé que era una mala actuación o un personaje mal delineado pero más adelante queda claro que se trata hacer una crítica a la violencia y por lo tanto ese Villa que parece tan común y corriente le viene bien a la historia.
De hecho desde los créditos iniciales el director nos recuerda que al nismo tiempo de la revolución mexicana, en Europa rugía la primera guerra mundial, y advierte que nadie debe pensar que el salvajismo es una cosa mexicana. Y se vió leve porque para empezar todos los combatientes en la película son hombres, en realidad en la revolución pelearon muchos menores, por poner sólo un ejemplo de salvajismo que no suele salir en la historia y las películas.
Los protagonistas son seis tipos que salen de un pueblo para unirse a los villistas con alegría de niños que escapan con el circo. Al final sólo quedan dos que por la diferencia de edad podrían ser padre e hijo y el muchacho, "becerrillo" se enferma de viruela así que a su amigo le ordenan quemarlo, para lo cuál primero lo tiene que matar. Y la puntilla se la da Villa que ni siquiera se le quiere acercar por aquello del contagio como si el chiste fuera ser valiente sólo si están involucrados Colt o Smith & Wesson y frente a las demás muertes y muertos sólo se les corre, que esos no están invitados a la fiesta de las balas.
Lo que recuerda que en la primera guerra mundial se consideraba particularmente malas las muertes por armas químicas, que pues sí, es morir como mosco, y como dice un personaje en esta película él quiere morirse echando balazos. ¿Pero no dejan de ser muertos no? Que se haga esa diferencia hace pensar que no son los hombres los que bailan con cartucheras y los que suben con alegría carnavalesca a los trenes que los llevan al combate sino que son las cartucheras las que bailan con ellos y que la muerte es la verdadera maquinista de los trenes, que por cierto son otros protagonistas importantes de estas películas, tanto así que en el Compadre Mendoza la historia se inventa un ferrocarril en el estado de Guerrero, que estoy casi seguro nunca ha habido. Supongo que sin trenes en la revolución no habría sido posible movilizar a todos los impacientes por morir.
En la última escena el tren se lleva a los villistas a la batalla de Zacatecas y dejan al único sobreviviente de los seis que salieron del pueblo de San Pablo. Villa le ordena quedarse ahí pero él empieza a caminar de regreso decepcionado.
miércoles, 17 de enero de 2024
El alcohol no tiene la culpa
“El Compadre Mendoza” es una verdadera obra maestra. Aunque fuera solamente por la fotografía es una cosa impresionante, fantástica. Pero es mucho más que fotografía, las actuaciones, especialmente Alfredo del Diestro en el papel de Rosalío Mendoza, un pícaro y alegre hacendado es sensacional cada vez que aparece en pantalla y la dirección de Fernando De Fuentes no parece un trabajo de 1933, su estilo se antoja muy vanguardista para esa época.
Y el guión que incluye personajes y escenas geniales como la mujer sordomuda que es la que se entera de todo primero, o el asistente borrachín del compadre Mendoza.
Además el tema de la película tiene una curiosa relevancia en estos tiempos por la violencia y el ambiente político que tenemos en el país.
Rosalío Mendoza es un hacendado que se hace amigo de un general zapatista, de hecho de un hermano del mismísimo Emiliano. Tan amigo que este general acaba siendo padrino de su hijo.
Pero un chiste que recorre la película es que en su hacienda cambian un cuadro de Emiliano Zapata por uno de Victoriano Huerta o de Venustiano Carranza dependiendo de quién los visite pues Don Rosalío tiene amigos en todos los bandos.
Esas escenas hacen que la hacienda de Rosalío parezca una oficina de gobierno cualquiera, y por eso es tan chistosa, pues como todos sabemos los burócratas y funcionarios suelen poner imágenes del Señor Presidente de la República donde este aparece como prócer máximo de la patria. Y en el momento en que cambia el Presidente cambian el cuadro por el del nuevo líder eterno.
Sin embargo esta mutabilidad no es, obviamente, exclusiva de los burócratas, sucede también entre los ricos como el compadre Mendoza o el empresario de la vida real Ricardo Salinas Pliego, que al principio del actual gobierno se declaraba enemigo de los fifís. Por poner sólo un ejemplo.
De hecho uno de los personajes más famosos de la literatura mexicana, Pedro Páramo nada menos, era también un hacendado que durante la revolución se aliaba con los rebeldes para protegerse. Y claro, esas alianzas también pueden traer buenos negocios.
Y obvio, andar jugando con dos o más cachuchas tiene sus riesgos, al hacendado Mendoza casi lo fusilan y cuelgan. Una situación que en estos tiempos debe darse cada día entre los que lidian con diferentes grupos del crimen organizado.
Un detalle interesante es que supuestamente después de que los zapatistas le ponen dinamita al tren en donde va la cosecha de maíz de Rosalío, este queda en la ruina porque además sus negocios en la Ciudad de México están quebrados. Apenas en la escena anterior en la que se habla de dichos negocios estos iban viento en popa. Es un cambio brusco y sin explicación. Pero si sus negocios en la ciudad no se hubieran arruinado su traición Don Rosalío sería aún peor, traicionaría al compadre que le salvó la vida por más dinero simplemente y no para evitar la bancarrota. Se le podría así dar una lectura más política al asunto. Quedó al final el tema de la traición más abstracto, más en general y no como un juicio a un hacendado y con él a su grupo social y al gobierno, aunque de todos modos les queda el sanbenito, sobretodo porque el régimen posrevolucionario mató a Zapata a traición.Y también en una hacienda. Pero así la historia se va más por el lado de presentar al tipo que para salvarse traiciona al amigo que le salvó la vida, al que además adoraban su esposa y su hijo. Y para meter a Jung al análisis, esta esposa representaría jungianamente el anima, es decir el alma de Rosalío.
Curiosamente esta historia funcionaría perfectamente como una precuela de la anterior película de Fernando De Fuentes, El Prisionero 13. En esa película Arturo Del Diestro interpreta a un coronel alcohólico que se lleva pésimamente con su esposa con la que tiene un hijo. Puede uno imaginarse que lo que le ofrecieron al compadre Mendoza fue darle un puesto en el ejército; en tiempos de la Revolución, muchos se volvieron hasta generales sin una carrera militar previa. Y que entonces es la misma persona unos años después. Entonces en esa película ella lo deja y se lleva al hijo. Años después hay un intento de revuelta y los soldados al mando de este coronel toman presos a los rebeldes, cuyo líder es interpretado por Antonio Frausto, el mismo actor que interpreta al general traicionado por su compadre Mendoza. La mamá de uno de estos presos soborna al coronel para que libere a su hijo. Al coronel se le ordena fusilar a los rebeldes y para que no se den cuenta que soltó a uno de ellos pide que agarren a otro para fusilarlo en su lugar. Agarran a su hijo sin que él se de cuenta y la cosa está a punto de terminar en tragedia griega, cuando de repente resulta que todo fue una especie de alucinación o sueño del coronel que en ese momento decide dejar de beber. Lo cuál es totalmente absurdo pues una cosa es ser borracho y otra ser un desalmado que ordena matar a un inocente para ocultar su corrupción. Por otro lado aunque llevado al extremo, como se hace en el género de la tragedia, perder al hijo después de perder a la mujer es lógico. Y funciona perfecta la historia como continuación de El Compadre Mendoza, pues al general rebelde lo querían mucho la esposa y el hijo y a este antes de fusilarlo el líder rebelde interpretado por Frausto lo trata de consolar.
Además no se entiende bien si la historia fue un sueño o alucinación del coronel, esa escena está mal hecha y al parecer lo que pasó fue que los militares se enteraron que El Prisionero 13 los hacía ver mal y le ordenaron al director Fernando De Fuentes que la cambiara, porque él quería que fuera una tragedia estilo Esquilo.
Que por cierto en ese entonces el líder de los militares y del país no era el Presidente sino el "jefe máximo" Plutarco Elías Calles, que alguna vez ordenó fusilar a unos borrachos por no acatar sus reglas draconianas contra el alcohol cuando fue Presidente Municipal de Agua Prieta, Sonora..
lunes, 18 de febrero de 2013
La revolución ya huele a naftalina
