miércoles, 17 de enero de 2024

El alcohol no tiene la culpa

“El Compadre Mendoza” es una verdadera obra maestra. Aunque fuera solamente por la fotografía es una cosa impresionante, fantástica. Pero es mucho más que fotografía, las actuaciones, especialmente Alfredo del Diestro en el papel de Rosalío Mendoza un pícaro y alegre hacendado es sensacional cada vez que aparece en pantalla, la dirección de Fernando De Fuentes no parece un trabajo de 1933, su estilo se antoja muy vanguardista para esa época.

Y el guión que incluye personajes y escenas geniales como la mujer sordomuda que es la que se entera de todo primero o el asistente borrachín del compadre Mendoza.

Además el tema de la película tiene una curiosa relevancia en estos tiempos por la violencia y el ambiente político que tenemos en el país.

Rosalío Mendoza es un hacendado que se hace amigo de un general zapatista, de hecho de un hermano del mismísimo Emiliano. Tan amigo que este general acaba siendo padrino de su hijo.

Pero un chiste que recorre la película es que en su hacienda cambian un cuadro de Emiliano Zapata por uno de Victoriano Huerta o de Venustiano Carranza dependiendo de quién los visite pues Don Rosalío tiene amigos en todos los bandos.

Esas escenas hacen que la hacienda  de Rosalío parezca una oficina de gobierno cualquiera, y por eso es tan chistosa, pues como todos sabemos los burócratas y funcionarios suelen poner imágenes del Señor Presidente de la República donde este aparece como prócer máximo de la patria. Y en el momento en que cambia el Presidente cambian el cuadro por el del nuevo líder eterno.

Sin embargo esta mutabilidad no es, obviamente, exclusiva de los burócratas, sucede también entre los ricos como el compadre Mendoza o el empresario de la vida real Ricardo Salinas Pliego, que al principio del actual gobierno se declaraba enemigo de los fifís. Por poner sólo un ejemplo.

De hecho uno de los personajes más famosos de la literatura mexicana, Pedro Páramo nada menos, era también un hacendado que durante la revolución se aliaba con los rebeldes para protegerse. Y claro, esas alianzas también pueden traer buenos negocios.

Y obvio, andar jugando con dos o más cachuchas tiene sus riesgos, al hacendado Mendoza casi lo fusilan y cuelgan. Una situación que en estos tiempos debe darse cada día entre los que lidian con diferentes grupos del crimen organizado.

Un detalle interesante es que supuestamente después de que los zapatistas le ponen dinamita al tren en donde va la cosecha de maíz de Rosalío, este queda en la ruina porque además sus negocios en la Ciudad de  México están arruinados. Apenas en la escena anterior en la que se habla de dichos negocios estos iban viento en popa. Es un cambio brusco y sin explicación. Si sus negocios en la ciudad no se hubieran arruinado pues la traición de Don Rosalío sería aún peor, traicionaría a su compadre que le salvó la vida por más dinero simplemente y no para evitar la bancarrota. Se le podría así dar una lectura más política al asunto. Quedó al final el tema de la traición más abstracto, más en general y no como un juicio a un hacendado y con él a su grupo social y al gobierno, aunque de todos modos les toca, sobretodo porque el régimen posrevolucionario mató a Zapata a traición.Y también en una hacienda. Pero así la historia se va más por el lado de presentar al tipo que para salvarse traiciona al amigo que le salvó la vida, al que además adoraban su esposa y su hijo. Y para meter a Jung al análisis, esta esposa representaría jungianamente el anima, es decir el alma de Rosalío. 

Curiosamente esta historia funcionaría perfectamente como una precuela de la anterior película de Fernando De Fuentes, El Prisionero 13. En esa película Arturo Del Diestro interpreta a un coronel alcohólico que se lleva pésimamente con su esposa con la que tiene un hijo. Puede uno imaginarse que lo que le ofrecieron al compadre Mendoza fue darle un puesto en el ejército; en tiempos de la Revolución, muchos se volvieron hasta generales sin una carrera militar previa. Y que entonces es la misma persona unos años después. Entonces en esa película ella lo deja y se lleva al hijo. Años después hay un intento de revuelta y los soldados al mando del coronel toman presos a estos rebeldes, cuyo líder es interpretado por Antonio Frausto, el mismo actor que interpreta al general traicionado por su compadre Mendoza, y la mamá de uno de estos presos soborna al coronel para que libere a su hijo. Al coronel se le ordena fusilar a los rebeldes y para que no se den cuenta que soltó a uno de ellos pide que agarren a otro para fusilarlo en su lugar. Agarran a su hijo sin que él se de cuenta y la cosa está a punto de terminar en tragedia griega, cuando de repente resulta que todo fue una especie de alucinación o sueño del coronel que en ese momento decide dejar de beber. Lo cuál es totalmente absurdo pues una cosa es ser borracho y otra ser un desalmado que ordena matar a un inocente para ocultar su corrupción. Por otro lado aunque llevado al extremo, como se hace en el género de la tragedia, perder al hijo después de perder a la mujer es lógico. Y funciona perfecta la historia como continuación de El Compadre Mendoza, pues al general rebelde lo querían mucho la esposa y el hijo y a este antes de fusilarlo el líder rebelde interpretado por Frausto lo trata de consolar.

Además no se entiende bien si la historia fue un sueño o alucinación del coronel, esa escena está mal hecha y al parecer lo que pasó fue que los militares se enteraron que El Prisionero 13 los hacía ver mal y le ordenaron a Fernando De Fuentes que la cambiara, que él quería que fuera una tragedia estilo Esquilo.

Que por cierto en ese entonces el líder de los militares y del país no era el Presidente sino el "jefe máximo" Plutarco Elías Calles, que alguna vez ordenó fusilar a unos borrachos por no acatar sus reglas draconianas contra el alcohol cuando fue Presidente Municipal de Agua Prieta, Sonora..  

 

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