jueves, 16 de agosto de 2012

¡La vida loca es amor!


Como Jesús. O como Rigo. Pero también es ¡ri- gor! y por lo que se puede ver a través de la rendija del documental "La Vida Loca" esa vida es de oir a predicadores, predicadores cristianos y pandilleros predicadores. Sin otro punto de referencia, se podría suponer que el primer deber del "gangero" es la elocuencia. El pandillero o marero debe hablar todo el tiempo y debe saber mover las manos pues todo lo que se diga debe acompañarse con la danza de las manos. Las manos explican y el pandillero pregunta ¿si tú me entiende? Las palabras deben tener ritmo, casi como canción o como un rap que en lugar de puntuación tiene la palabra perro. Y las manos tampoco conocen el silencio, no paran de explicar, de hacer las señas de la pandilla, de apuntar a un féretro y hasta de bailar, sí, de bailar tal cual.

No es de extrañar que los líderes de las maras sean llamados palabreros. Al igual que en la predica de los cristianos en las cárceles y en los entierros, los mareros están todo el tiempo recordado, predicando, que "la 18 es amor" pero que "también es rigor". Amor y mandamientos, obligaciones con los homeboys, con el prójimo, amor al barrio, la 18 es la familia. Entonces se hace un silencio, suenan disparos y una mujer, siempre una mujer llora desgarrada junto a un féretro, a un cuerpo tirado en la banqueta, una y otra vez la misma escena. Y la misma canción , las mismas palabras se repiten frente a cada muerto y con diferente ritmo se canta en los cumpleaños "Ya no lo lloren déjenlo partir..." El credo de la mara se recita mientras las manos despiden a un muerto con señales tensas pero también se canta mientras se baila con pastel y mariguana.

En la vida loca también hay policías, muchos policías. Y doctores que revisan las heridas de escopeta, y la bala incrustada en la cuenca de un ojo vacío, y jueces y burócratas. Todos estos, los policías y los doctores y los y las jueces forman parte de una especie de mundo aparte, un mundo cuyos agentes patrullan las calles del barrio pero a fin de cuentas un mundo distinto, el mundo de la burocracia y sus predicadores cristianos que trabajan juntos. Porque los predicadores están ahí para hablar entre las rejas con los recién detenidos y también bautizan en una alberca de plástico a los menores presos. Ellos también piden que se siga el camino correcto, repiten que hay que renunciar al demonio y al mal, escoger el bien. ¿Pero cuál es ese bien? ¿En dónde están los buenos? ¿Qué es lo que se supone que hacen los buenos aparte de encargarse de los malos? Uno de los personajes, el Spider, es un adolescente de apenas 16 años. Todos saben que se junta con los maras y quieren alejarlo de eso. Claro, excepto los maras. Le piden que estudie, que si ya hay una escuela porque no va. El le explica a la juez que no puede darle continuidad a sus estudios porque la policía siempre lo anda deteniendo sin ninguna razón. Está con su mamá frente a la juez y esta pregunta que porque no se van a vivir a otro lado. Pues porque no pueden. Y qué donde está su papá, pues que a él no le interesa, y en que trabaja la mamá, no pues no tiene trabajo, y la juez dice no que barbaridad se va detenido. Suponemos que si tuviera papá y su mamá trabajo no iría a la cárcel, pero el Spider parece tomarlo con humor, parece pensar en voz alta. Como que le gustaría explicarle a la juez algunas cosas pero tal vez no le conviene hacerlo si  es que no le gusta estar encerrado. Ya hasta conoce la rutina de caer preso así que se quita el cinturón para dárselo a su mamá. Hay una actitud de ironía en él, por alguna razón esto no le parece injusto sino más bien irónico.

Al principio del documental arranca un proyecto de una panadería de barrio, para que trabajen los de la 18, una de las ventajas de esa panadería era que así no tendrían que salir del barrio para trabajar, porque afuera del barrio es más fácil que los maten los de la mara enemiga. Importante ventaja. Al frente del proyecto hay dos tipos de una ONG que se ve tienen un pie dentro de la pandilla. Dicen que quieren ayudar al barrio, bajar la violencia. Y hablan y hablan, predicando y explicando con las manos. Uno de estos líderes es detenido por un asesinato cometido tiempo atrás. Y la policía acosa a los trabajadores. Un proyecto aparentemente sencillo como una panadería parece que se tardó varios años en arrancar y hasta hay un equipo de la televisión que va a reportar el tema y dicen que si el gobierno hubiera ayudado seguro que hasta el presidente de El Salvador presumiría que se abrió esa panadería. Esto lo dicen sin ningún sarcasmo. Pero el negocio acaba cerrando, no puede contra la policía y palabras y manos no logran organizar a los de la 18. Se oyen cosas como envidia, respeto, que si el homie tiene y tu no alégrate por tu homie. Y que esa panadería no debe usarse para esconder armas o drogas y que hay que comprometerse y respetar el trabajo y hasta amenazas de que el que afecte a la panadería afecta al barrio y que entonces el barrio los va a hacer pagar. De cualquier modo el proyecto fracasa.

El Spider cada tres meses regresa con la juez y su mamá. En una cita la juez le reconoce que acabó su año escolar, esto también gracias a que ha estado preso (sic). Le pregunta a la mamá si ya lo inscribió al siguiente año. Que no que ella no sabía que había que inscribirlo, ah pero que la tía del Spider sí sabía y como no hacen nada por inscribirlo a la escuela, la juez dice que Spider se va otros tres meses preso, y él se ríe del absurdo, se va preso porque se le olvidó a su mamá o a su tía inscribirlo a la escuela. En la cárcel un predicador habla con él, le dice que va muy bien. Pero que él ha visto a muchos jovenes así que parece que van por el camino del bien y se desvían y recaen en las drogas y las pandillas. Claro, dice el Spider, allá en el barrio está más dificil eso de ser bueno.

También el jefe de la policía habla con los maras en la cárcel y dice lo mismo, que lo importante es que ellos cambien en sus corazones. Su prédica difiere de la de los predicadores en que el pide que lo hagan no por Jesús sino por El Salvador. ¿Qué significará eso para un mara? Ah y también les dice que está muy bien todo eso de la rehabilitación y demás, pero que lo primero es lo que hace la policía y suponemos entonces que a él no le importa si lo que hacen sus policías interfiere con eso de la rehabilitación.

Al final uno queda con la sensación de que a los maras quizá todo eso de escoger el bien les suena muy bien, pero que tal vez quisieran saber que camión va para allá. En cambio como les dice y les repite el "moreno" a sus homeboys de la 18 "Esto es real, esto es real".

No hay comentarios:

Publicar un comentario