domingo, 6 de julio de 2014

Enchúlame a los fresas

Mirreyes avanzando en formación V
Erase un hombre rico que sentía que sus hijos no lo respetaban: el hijo mayor quería ponerse creativo y hacer sus propios negocios en vez de trabajar en su empresa y hacer todo lo que él decía. El hijo menor se le estaba volviendo como hippie izquierdista, un chairo; y le había dado por andar con mujeres mayores. Lo peor de todo era que la hija quería casarse con un tipo sin dinero. Que como es bien sabido casi cualquiera que quiera casarse con la hija de un rico si tiene menos dinero que este es considerado un cazafortunas. La hija luego tiene un romance con un pobre, al estilo Amar te duele, y ese amor sí es aprobado, supuestamente porque ese tipo sí es trabajador; en realidad porque ese sí es un amor imposible que jamás podría suceder y entonces como es tan irreal tampoco parece una amenaza. Es como un sueño o fantasía salido del mismo lugar que el inverosímil sindicato que amenaza la fortuna familiar, sindicato que ni el hijo que trabaja en la empresa conoce, y que sería muy raro en México en donde las empresas privadas con sindicatos de verdad son poco menos que inexistentes. El sueño es que la hija puede andar con quien ella quiera, Javi puede trabajar sin tener a su papá de jefe y el menor es acosado por las mujeres mayores. Y el papá también sueña, sueña que ahora él es quien exige dinero a sus hijos. Aprovechando el viaje vemos que en realidad los fresas son simpáticos y buena gente en el fondo, y en esto hay que reconocerle a esta historia que su humor sí es efectivo, la neta. Sobre todo el Javi Noble es bien cagado, la verdad. Ya después de los créditos para los que se esperaron, una escena final: Al que ambicionaba la fortuna del patriarca lo van a violar entre dos. Chido.

Todo esto por supuesto, no es la película Nosotros los Nobles. Sólo que si uno quisiera hacer una película política y comercialmente correcta, a partir de la historia anterior; lo mejor sería hacer Nosotros los Nobles.