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sábado, 7 de septiembre de 2013

Desenfocando la violencia


Fecha de Caducidad, debut en largometraje de Kenya Márquez es otra película en que se nota una negación del narco y su violencia. Al igual que en Miss Bala o en Heli o en la obra teatral El Narco Negocia con Dios, En Fecha de Caducidad el narco se mete a la vida de personajes que aparentemente no tendrían porque tener que ver con el narco. Bueno, en este caso resulta que el edificio de departamentos que sirve como escenario principal es de un narco, pero eso acaba por no tener ninguna importancia, como algo simplemente anecdótico.

En este caso lo que se mete en la vida de los personajes, una señora que vive con su hijo adulto al que consiente con el esmero necesario para cultivar un perfecto macho mexicano, es simplemente que al hijo le cortan la cabeza. De hecho no se ve a ningún narco, por lo menos no a la cara y ni siquiera se menciona o se ve droga alguna. Tampoco se dice nada acerca de la razón por la que le cortan la cabeza al hijo, o quienes fueron o en que andaba metido. Como si eso no importara o más bien como si ese asunto no tuviera interés alguno.

Porque en el fondo esta es una película centrada en la intimidad de los personajes, en los cuentos que se cuenta Ramona, la madre del desaparecido, con ayuda de otra mamá que perdió a su hijo. En el personaje de Mariana que huyó de su pueblo pues mató al marido que la golpeaba. Ramona creerá que Mariana debe ser novia de su hijo, como confirmando que ese esposo golpeador podría ser el hijo de alguien como ella. Y en Genaro, un milusos servil de pelo relamido que parece una especie de jorobado de Notre Dame enamorado de Mariana. Un tipo ratonil que busca refacciones en los deshuesaderos, roba cosas de la morgue, hace mandados, saca copias, colecciona periódicos de nota roja y le habla a las cucarachas como a unas amigas. Curiosamente otro tipo que saca copias y se enamora de una dependienta. Según el crítico José Antonio Valdés Peña, las historias de Kenya Márquez, quien además de este largometraje ha hecho tres cortometrajes, tienen que ver siempre "con un México provinciano dominado por fuertes presencias matriarcales que engendraban hombres patéticos, castrados emocionalmente". Y sí, resulta fácil imaginarse a Genaro como un niño al que su mamá embadurna de gel y lo vuelve jorobado a base de zapes.

El mundo de Fecha de Caducidad se siente sofocante y decadente, o mejor dicho se nota que algo está podrido ahí. Un gran acierto de la película además de su humor negro es el diseño de arte que al principio hace pensar que se trata de una historia de época, pero lo que retrata en cambio es una realidad en donde el tiempo parece haberse quedado detenido: lo mismo en las oficinas burocráticas con su patetismo, o en el departamento de Ramona. Todo esto además, fotografiado con tonos mates y gránulo reventado, dan un aspecto de algo tan estancado como el hijo adulto al que la mamá le corta las uñas.

Aunque el estilo narrativo se aleja, afortunadamente, del lento minimalismo de moda, y en cambio presenta una atractiva historia narrada desde tres puntos de vista que parece detectivesca, creo que el final decepciona pues en vez de contarnos que enredos le costaron la cabeza a Osvaldo, el hijo de Ramona, tenemos una especie de final interruptus en que ella cree que ya mando pal otro lado con unos bolsazos al que cree es el asesino de su hijo, es decir, al pelmazo de Genaro, que por andar de acomedido llevándole a la señora la cabeza que se encontró accidentalmente acaba pagando el pato.

Como en Heli, la toma final presenta una escena que indica un retorno a la vida cotidiana. Aunque la vida haya sido trastornada. En este caso acabamos viendo a Ramona cerrar el círculo comprando sopa de tomate, la que siempre le daba a su hijo, la que se enfrío mientras lo esperaba. Todo empieza y acaba en la vida cotidiana, aunque haya pasado lo que haya pasado en medio. Algo que se metió a su vida y se llevo a su hijo. Pero ni ella, ni la película pudieron siquiera asomarse a ver que pasó.

En Miss Bala destacan las tomas desenfocadas, como si no se quisiera ver bien. En Heli vemos en primer plano unos genitales quemándose, pero a nivel de trama el narco se desdibuja. En Fecha de Caducidad las actuaciones enfatizan todo, casi como en estilo de cine mudo, pero tampoco se quiere ver tan bien: la cabeza de Osvaldo, el hijo, no se ve muy realista, ni siquiera los golpes en la cara de Mariana se ven bien. En una escena le dicen a Mariana que se maquille los golpes pero no se le ve ninguno. En fin, una historia entretenida pero que parece que está siendo contada por una señora como Ramona que sólo ve lo que pasa afuera a través de una ventanita entreabierta, como viejita de pueblo.

viernes, 9 de agosto de 2013

Heli, retrato intimista con narco


Heli, tercer largometraje del mexicano Amat Escalante pertenece a las películas del estilo que se ha llamado minimalismo mexicano o contemplativo mexicano y en el cual se inscriben directores como Fernando Eimbcke (Temporada de Patos, Lake Tahoe), Hari Sama (El sueño de Lú), Ernesto Contreras (Párpados azules) Gabriel Mariño (Un Mundo Secreto), Carlos Reygadas etc. Se caracterizan por hacer tomas muy largas, generalmente con cámara fija, y tener anécdotas o tramas mínimas, diálogos muy parcos y por lo general su tema es la intimidad de algún personaje muy cotidiano, es decir de personas que no parecen tener nada particularmente especial. Ah y claro, también se caracterizan estas películas por ganar muchos premios en festivales internacionales como es el caso de Heli por el que Escalante recibió la palma de oro a mejor dirección en el pasado festival de Cannes.

Lo que distingue a Heli de las otras películas minimalistas mexicanas es que en este caso el fenómeno del narco irrumpe en la cotidianeidad de los personajes promedio retratados aquí. Y el verbo retratar, con su conotación de algo fijo, nunca fue tan preciso como en el caso de las películas mexicanas minimalistas, como puede constatar cualquiera mientras espera pacientemente a que cambie la toma en alguna de ellas. Y, también, nada explica tan claramente que se trata de presentar personajes promedio como el hecho de que en Heli, el personaje principal Heli (valga la redundancia), es presentado en una escena en que llega una trabajadora del censo a tocar a su puerta para pedirle sus datos. Hasta hace pensar que quizá Heli fue creado a partir de ciertos parámetros de normalidad tomados del censo o algo así.

Pero entonces ¿cómo conjuntar una mirada intimista de unos personajes promedio y su cotidianeidad con el fenómeno del narcotráfico? ¿Qué no es el narcotráfico algo demasiado complejo, y brutal, como para combinar con la propia noción de cotidianeidad? ¿Y también demasiado complejo para una película que siga el férreo precepto del cineminimalismo mexicano de que la trama será mínima en caso de que haya trama?

Creo que la escena que aparece en uno de los carteles de esta película refleja muy bien lo que pasó: Una cosa feroz y brutal, una bestia monstruosa y rugiente, es decir un vehículo del ejército, llega y se planta frente al minimalista Heli (Armando Espitia) flaco y sin camisa, y su mínima casa pelona sin pintar. Y lo que pasa en esa escena es que simplemente, sin ninguna explicación, el vehículo militar se va. Y en la película Heli, el narco también se pierde frente al minimalismo.

La primera toma, un largo (no podía ser de otro modo) acercamiento a la cabeza y los pies de unos torturados bajo una bota parece indicar el principio de un acercamiento en close up al mundo del narco, pero estas y otras imágenes de la película no tienen un equivalente en el detalle del guión, de la historia. El primer indicio es cuando cuelgan un cuerpo de un puente pero sin narcomanta; después viene una cadena de absurdos: Los paquetes de cocaína que sólo cuida un perro y cuya ubicación es una especie de "rumor" que escuchó un tipo. Luego Heli que descubre los paquetes en su tinaco en donde acaba de ver a su hermana con su novio y lo que se le ocurre es ir a tirar la cocaína en el agua donde chapotea una vaca. Cuando llegan por él y su familia uno no puede más que pensar "Pues sí, eso le pasa por bestia". Después en una escena que recuerda el final de Miss Bala, cuando a la Miss nomás porque sí se le abre una puerta para escapar de su narcopesadilla, a Heli los torturadores le dicen que acabó su tormento y que ya se puede ir. Su hermana sigue desaparecida pero después de unos días regresa así nomás, no habla pero ni siquiera se le ven golpes y dibuja un mapa muy preciso del lugar donde la tenían. Así que Heli, ya en el colmo del absurdo, va a esta guarida de narcos a darles su merecido solito y a puño limpio y con tanta suerte que sólo había un malandro en el lugar que sale corriendo para que Heli no le pegue. Aunque Heli (SPOILER ADELANTE, PELIGRO) lo alcanza.

En fin que el costumbrismo intimista derrota al narco, porque este de verlo nomás salió corriendo, (a la mejor las películas lentas son la criptonita de los narcos) y al final tenemos una larga escena en la que el viento mece las cortinas de los personajes amodorrados en una tarde tranquila. Paz y amor y las telenovelas de la tarde, amén.