miércoles, 23 de diciembre de 2020

La niña del burdel



La casa estaba en Nueva Orleans, como la casa del sol naciente, pero no se llamaba así, no era la casa de la canción, era otra, un burdel elegante en 1917, durante la primer guerra mundial. El lugar estaba lleno de oficiales de la marina, políticos y hombres bien vestidos con dinero para apostar, beber absenta y subir a los cuartos con una o más de las chicas.

Pretty Baby (1978 Louis Malle, guión de Polly Platt basado en una historia de Louis Malle y Polly Platt) es la historia de una niña que vivía en esa casa, Violet (Brooke Shields), hija de una de las chicas de Madame Nell, Hattie, una Susan Sarandon joven y despampanante, que a su vez era hija de otra prostituta.

Violet no era la única menor, la casa era como una gran familia con los hijos e hijas de las trabajadoras del amor y de los otros empleados. Había hasta mascotas, inclusive un pony para montar.

Las reglas eran relajadas, un gato podía beber leche del vaso de Violet y una rata deambular por un cuarto. y todo normal.

A un cliente que se ponía agresivo lo podían descontar de un martillazo en la cabeza, y la madame decía que si se moría mejor.

Y lo más normal era que Violet empezara a trabajar. Por ella no había problema, quería ser como su mamá y las otras chicas. El gran día de la subasta de su virginidad todas, incluyendo a su mamá le daban tips y consejos para hacer bien la chamba y ella decía que ya sabía todo eso que no se molestaran.

Al final cuando la mamá regresa por Violet, pues se había casado y se había ido a Missouri, y regresa después de confesarle al marido que Violet no era su hermana sino su hija y el marido aceptó ir por ella para que Violet vaya a la escuela y se eduque como una mujer respetable, en ese momento la cosa se pone agridulce. Las hordas puritanas habían hecho que el burdel cerrara y Madame Nell y sus chicas, vestidas con una elegancia que ni Kate Middleton, se iban a Chicago. Y  Violet que no podía quedarse quieta para las fotos finalmente queda congelada posando para la foto en la imagen final. Y ahí está lo triste, la niña salvaje Violet, porque era tremenda, en camino a la domesticación, la decencia y la respetabilidad. Todo lo bueno y aburrido.

El gran mérito de Pretty Baby es el retrato que presenta, muy literario, con grandes actuaciones, personajes perfectamente delineados, y exquisitez en el detalle, de un mundo de jazz, vudú y cocaína, amor y violencia, elegancia y libertinaje, pero a final de cuentas un mundo muy humano.






  

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